Fin de los ERTE, devolución de los ICO, alza en los costes: el turismo mira con pesimismo al 2022
El 2022 será clave para el turismo nacional e internacional. La retirada de las restricciones de movilidad, el avance de la vacunación y la regeneración de la confianza en los viajes dibujan un marco esperanzador, tras unos años 2020 y 2021 difíciles para el sector. Pero también supone un desafío: el fin de los ERTE, la devolución de los créditos ICO y el aumento de los costes fijos derivado de una inflación desbocada pueden hacer peligrar esa frágil recuperación.
En clave nacional, el próximo ejercicio será sinónimo de continuidad de la recuperación iniciada en 2021 cuando el turismo aportó al Producto Interior Bruto (PIB) de 77.200 millones de euros, según datos de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). El parón de la actividad causado por la pandemia comienza a quedar atrás y, ahora, la propia reactivación sitúa al turismo ante este escenario complejo y cambiante.
El 2022 estará marcado por numerosos movimientos corporativos, representando oportunidades de inversión para fondos y analistas que ven con asombro la resiliencia de los grupos y la capacidad para seguir reportando beneficios. Particularmente el de las agencias de viajes está viviendo una etapa de concentración y las alianzas y fusiones que se pusieron en marcha en 2021 tomarán forma en 2022.
ERTE
Sin embargo, con la llegada de 2022 también se plantean retos importantes. El turismo es de los sectores de la economía que más está sufriendo los efectos de la pandemia, por ello a lo largo de este año han reclamando más ayudas directas y prórrogas a los ERTE. A finales de octubre, Gobierno, patronal y sindicatos alcanzaron un principio de acuerdo para prorrogar los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) hasta el 28 de febrero de 2022. Alrededor de 400.000 trabajadores de media mensual se han visto afectados por despidos o ERTE, por lo que la incorporación de estos trabajadores a las empresas turísticas que han visto mermada su actividad y por consecuencia sus ingresos es uno de los principales escollos del próximo año.
Otro tema crucial que la industria del turismo tendrá que encarar y resolver en 2022: la mejora de salarios y de condiciones. Todo ello relacionado con el déficit de trabajadores provocado por la fuga de talento hacia otros sectores, como logística y reparto, que han aumentado exponencialmente su actividad durante la pandemia. El próximo año, se espera que el mercado laboral se mantenga ajustado, con una previsión de escasez media en el sector español de 16.000 trabajadores.
ICO
El endeudamiento de las empresas del turismo-que sólo en créditos ICO supera los 23.00 millones- es uno de los problemas a los que se enfrenta el sector en 2022. Un dinero que tendrán que comenzar a devolver, lo que debilitará enormemente su liquidez. Y es que, las empresas españolas del sector turístico tendrán más dificultades para competir en el mercado global porque ha recibido menos ayudas directas que en otros países y ha tenido que endeudarse mucho más. Por no hablar del elevado número de empresas que ha desaparecido, especialmente, pymes, a las que habría que salvar porque estaban saneadas antes de la pandemia.
Alza en los costes
Durante este año, el alza en los costes fijos ha sido uno de los principales lastres del sector. España es el país que presenta un mayor crecimiento interanual del precio de la luz, en comparación con los cuatro países más turísticos de la Unión Europea -Francia, Italia y Alemania-. Al alza de la electricidad -que ha disparado los costes energéticos un 20% para el sector turístico- se suma que nuestro país registra del segundo mayor aumento de la inflación en productos de alimentación.
Sin embargo, pese a un IPC disparado que ha dado de lleno en el sector turístico, los hoteles y restaurantes españoles son los que menos han repercutido el alza en los consumidores, con una la inflación de los precios mucho más baja que Alemania o Italia. Una tendencia inflacionista que seguirá latente en 2022, con la luz, los alimentos, el gas o los alquileres subiendo de precio y aumentando los costes fijos de las empresas turísticas.